En la vida del líder del cártel de Juárez, Jesús Salas Aguayo, no hay espacio para la compasión. Bien lo saben en Ciudad Juárez (Chihuahua). En 2008, este sanguinario narco, por aquellas fechas un sicario con ganas de ascender, fue enviado allí por la organización para hacerse cargo de la plaza. Su llegada coincidió con la espiral de crímenes que espantó al mundo.

Ese año, 1.600 personas murieron asesinadas en la urbe; en 2010 ya eran 3.115 (la mayor tasa de homicidios, 300 veces mayor que la española).

En el centro de la vorágine se encontraba Salas Aguayo. El pasado viernes, en el municipio de Ahumada, su localidad natal, fue atrapado por fuerzas federales cuando visitaba un rancho de su propiedad. En la detención cayó a balazos un escolta suyo. Con su captura, México pone entre rejas a uno de los asesinos más buscados del hemisferio y asesta un nuevo golpe a las cada vez más debilitadas cúpulas del narcotráfico.

Delincuencia en MéxicoLa capacidad letal de Salas Aguayo, alias El Chuyín, le había convertido en objetivo prioritario de la policía mexicana y estadounidense. Sus métodos, desde el degüello a la dinamita, variaban según la necesidad. Y no le importaba demasiado quién fuera la víctima ni a qué lado de la frontera estuviese. El 15 de mayo 2009, el testigo protegido Daniel González Galeana murió a tiros a las puertas de su casa en El Paso (Texas). El ejecutor fue su mejor amigo, un antiguo soldado estadounidense corrompido por el narco. La operación, según las autoridades de Estados Unidos, la había diseñado Salas Aguayo. También se le atribuyó el atentado con coche bomba que el 15 de julio 2010 acabó con la vida de dos policías federales y dos médicos en una de las principales avenidas de Ciudad Juárez. Y en mayo de 2012, ordenó ametrallar hasta la muerte a 15 clientes del Bar el Colorado, donde supuestamente se vendía droga sin su permiso.

Considerado el liquidador del cártel de Juárez, su ascenso a la cúspide se materializó en octubre pasado tras la captura del capo Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, hermano del legendario Señor de los Cielos, fundador de la organización criminal y fallecido en una operación de cirugía estética en 1997. Bajo el mando de este narcotraficante, el cártel demostró una extraordinaria capacidad para abrir nuevas rutas a Estados Unidos y se convirtió en uno de los cárteles más importantes de América.

La desaparición del Señor de los Cielos, los continuos golpes policiales y, sobre todo, la guerra abierta la década pasada por Joaquín El Chapo Guzmán, líder del cartel de Sinaloa, para hacerse con Ciudad Juárez, debilitaron a la organización. Su brazo armado fue prácticamente liquidado, y su zona de influencia se redujo. El antaño grupo criminal inexpugnable se había convertido últimamente en un grupo regional, pero que aún mantenía, con Salas Aguayo a la cabeza, un poder mortífero sobre las áreas que controlaba. Muchas tumbas de Ciudad Juárez lo confirman.// El País (COM)


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